En medio de una crisis personal y financiera, me encontré frente a la disyuntiva de rendirme o seguir luchando. Con una tragedia familiar y solo $13,000 en el banco, el trabajo constante de 80 horas a la semana parecía no ser suficiente. Pero fue en ese momento cuando comenzaron a ocurrir los milagros. Una reflexión sobre la fe, la perseverancia y cómo la vida puede cambiar cuando menos lo esperas.

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