Umar ibn Al-Khattab, el tercer califa del Islam, jugó un papel crucial en la historia de Jerusalén al devolver a setenta familias judías a la ciudad después de cinco siglos de exilio bajo el emperador Herodes. Esta acción desafía la narrativa de que el Islam es inherentemente anti-judío, destacando un aspecto menos conocido de la historia que muestra una coexistencia pacífica.

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